Mi primer acercamiento a la fotografía fue en la elección de
una materia obligatoria “de artes” como parte del programa de estudios de 5to
en la Escuela Nacional Preparatoria en la UNAM. Donde antes ya había elegido
pintura; en ese entonces se esperaba que un alumno tuviera el interés de sólo
fotografiar flores, paisajes o indigentes en la calle.
Participé en mi primera exposición colectiva para aprobar aquella
materia obligatoria, pero con un desnudo masculino, resultado de una
disertación acalorada con mi profesor, quien aseguraba que el gran tema del
desnudo sólo era privativo de la belleza de un cuerpo femenino, yo por mi parte
me parecía que el tema desnudo era uno sin género. Apoye mi argumento al
realizar esta primer imagen, la cual fue un formato también no convencional, la
fotografía en blanco y negro virada al hierro, por ello su tono cian, luego
recortado el cuerpo y montada sobre una cartulina blanca.
Gracias a César, a quién sólo había conocido dos semanas
antes al inscribirse al equipo de lucha olímpica, en donde yo ya era parte del
equipo representativo de la escuela. Para ambos fue una confrontación de
valores y prejuicios, pues el cuerpo masculino y desnudo no era un referente en
nuestra educación.

Además de la experiencia, que fue una intensa y constante
reflexión interna que duró meses, fue como empecé a experimentar con mi propio
cuerpo los efectos de la luz, posteriormente de nuevo gracias a César, él,
guiado por su carácter audaz y entusiasmado por la experiencia fotográfica
abordó y convenció a la que sería mi primer modelo femenina y la segunda
persona a la que hube fotografiado. Dando inicio a un génesis y una primer
historia de vida en un simbólico Adán y Eva.

El resultado de esas experiencias me motivó a inscribirme en
la recién instituida carrera técnica que ofrecía la UNAM en la Escuela Nacional
Preparatoria Nº2: Técnico Auxiliar Fotógrafo Laboratorista y Prensa (TAFLP)
donde afortunadamente tampoco tuve un desarrollo convencional, fue una primer
generación en la que se experimento un plan de estudios ofrecido por José Antonio
Espinosa López, el cual no prejuzgaba o encasillaba a la fotografía, pues dado
el nuevo contexto de la fotografía en ese entonces sólo se concebía desde la
perspectiva del fotoperiodismo “puro” o su contraparte, la escuela de la
fotografía construida.
Desde entonces el desnudo y específicamente el desnudo
masculino, lo establecí en mi visión, como parte de un proyecto a largo plazo,
desde entonces procuré la constante experimentación en los materiales
fotográficos. En un inicio más guiado por la forma y la necesidad de
identificar y trasponer mis propios prejuicios y mi contexto social circundante;
pues hasta antes de tomar esta decisión mi pensamiento y energías estaban
orientadas a las ciencias.
Hacia 1993, por mi educación previa se me dificultaban entender
lo que era un proceso creativo, pues estos conocimientos culturales y sociales
habían sido para mi un tema tabú en todos los sentidos.
Al final del año escolar se presentó ante mí un problema.
Continuar con el plan de estudiar medicina o hacer de la fotografía artística
un modo de vida.
Decidí, finalmente ponerlo a la suerte a partir del VI
Concurso Inter preparatoriano, del cual estaba obligado a participar. Si
ganaba, y si sólo si, era merecedor de un primer premio tomaría desarrollar una
preparación como autor, sino ocurriera lo anterior continuaría el proceso
escolar hacia la medicina.

Resultado: Primer lugar tema libre -desnudo-; segundo lugar retrato –autorretrato-.
23 de abril de 1993.

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