El día que hice esta imagen fue justo después de un entrenamiento, después de asearse; traía yo una cámara automática con un lente angular de 28 mm, le pedí poder hacerle un retrato a lo cual por la cercanía él supuso que era solo al rostro y accedió.
A los pocos días revelé y amplié una fotografía, en un muy pequeño formato y se la entregué; al principio se molestó por el resultado, pues se exhibía completamente, pero del enojo, pasó a la admiración y después a un estado de ánimo que me pareció incomprensible en ese tiempo. Como por arte de magia dejó de golpearnos y operó en su persona un cambio drástico en su forma de comportarse, la razón: golpeaba a todo aquel que inconscientemente consideraba tenía el pene más grande que el suyo, pero al poder evidenciar a partir de esa fotografía que no era tal, sino uno más en el promedio, ello lo relajó y así hasta donde recuerdo, en aquel entonces.
Desde entonces descubrí que el concepto de masculinidad era algo más complejo o demasiado primigenio de lo que yo mismo imaginaba, a partir de ello se inicio el tratar de entender cómo funcionaban en muchos hombres estos mecanismos aprendidos inconscientemente.
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