Un exorcismo personal
por Ulises Velázquez
Sólo materiales fotosensibles, químicos alterados, luz ultravioleta y un deseo profundo de poder acceder a un mundo onírico. Estas imágenes ensayan sobre la personalidad y como un material común -en blanco y negro- puede ser transformado en lo que ahora se percibe: imágenes inestables, bellas pero únicas e irrepetibles, como cada uno de los individuos que las han generado compartiendo su experiencia física y emocional.
Un trabajo que va mas allá de lo fotográfico, lo importante no es lo registrado, sino el aprendizaje que ha llevado su proceso. El obtener la copia final fue sólo el subterfugio a una reconciliación con el pasado.
Proyecto apoyado por el Fondo nacional para la Cultura y las Artes, FONCA, Jóvenes Creadores 1998-1999. Aquí algunas.
Así mismo desarrollé una sub serie denominada: El Reflejo de Narciso.
Homo faber, homo ludens
Procesos personales, desnudez humana, registros ópticos
Thanatos 1996, inico de la idolopeya
La serie fotográfica más intimista que hubiese realizado, siendo Thanatos en 1996, la primera serie que realicé, en recuerdo a los que fallecieron muy cercanamente a mí y que se manifestaron a partir de mis sueños.
En ese entonces el común denominador en mis sueños eran imágenes en blanco y negro, así fue por muchos, muchos años; en estos sueños los personajes interactuaban reflexionando conmigo sobre la perdida de mis seres queridos, siempre, en medio de la noche despertaba y comenzaba a hacer bocetos de estos personajes, en realidad solo eran transportaciones de mi mundo onírico.
En ese entonces el común denominador en mis sueños eran imágenes en blanco y negro, así fue por muchos, muchos años; en estos sueños los personajes interactuaban reflexionando conmigo sobre la perdida de mis seres queridos, siempre, en medio de la noche despertaba y comenzaba a hacer bocetos de estos personajes, en realidad solo eran transportaciones de mi mundo onírico.
El barro que les cubría fue la representación de este vínculo personal. Suponiendo siempre que la muerte era eso, principio y fin de todo lo que conocía.
Hijo de Lilith
El mito de Lilith ha sido el camino donde he encontrado puntos en comunión con la figura femenina, donde además muchas de las ejecutantes se han sentido más cómodas.
Trabajar y colaborar con mujeres siempre es todo un mundo diferente en realidad, casi siempre me es más fácil; las mujeres con las que he podido desarrollar un proyecto se manifiestan mucho más seguras de sí mismas, tiene un conocimiento más profundo de sus personas y son más determinantes.
Una Leyenda Rabínica relata cómo, para volver estéril a Lilith, Dios le ha desplazado el sexo del vientre a la cabeza. Los órganos sexuales, trasladados la cabeza, evocan el Lilith una inteligencia del sexo (Los griegos hablaban, en cambio de una “inteligencia del vientre”) La función de “entrañas” tiene una mecánica aplicable a la inteligencia; un hijo es concebido al igual que un pensamiento es concebido; el útero se preña como se preña el cerebro; las ideas se gestan luego se paren.
En ese sentido siempre he tenido presente que la relación cuerpo cómo objeto erótico esta siempre en un último plano, sea hombre o mujer el participante. Aún representando temas analizados desde el punto sexual, se trabaja lo mismo que con un buen actor: interpretando.
Un primer punto de quiebre
Haber aceptado a la fotografía en absoluto como un proceso
creativo que se volvió indispensable en mi día a día, provocó que me
involucrara en un profundo auto cuestionamiento, que llegó al punto de la
obsesión.
De una u otra forma pude hacer cómplice a cuanto amigo tuve
cerca para poder accionar frente a la cámara, a tal punto que amigos y
enemistades participaron de estas imágenes, en las cuales no se podía
diferenciar a unos de otros. Ellos, la mayor de las veces, lo hacían sólo por
curiosidad, y a su vez por un proceso de auto reconocimiento y establecimos
desde entonces un constante diálogo.
Sin proponerlo o hacerlo consciente en un principio encontré
un proceso de sanación a heridas emocionales, mayoritariamente relacionadas con
la figura de autoridad masculina; llegué luego después a entender este proceso
como un reencuentro conmigo mismo; cada sesión de trabajo se convirtió entonces
en una reflexión y, acaso, en un autorretrato en tercera persona.
En ese entonces no podía ni verbalizar lo que sentía, pero
todo el proceso de trabajo me proveía la suerte de encontrar algo de mí mismo
en cada persona que fotografié.
A principios de enero de 1995, había ya fotografiado a 35 personas, pero no había una estructura de trabajo como tal siempre con compañeros de escuela de mi misma edad con preocupaciones similares, el resultado de esas primeras imágenes estaban más cargados de metáforas, donde un preciosismo fotográfico era contundente por el manejo de la luz y los encuadres, en una reflexión sobre lo que suponíamos, mi modelo de ese instante y yo, lo que debía ser un arquetipo de masculinidad estereotipada.
Sin embargo, en un siguiente paso, hubo una subsecuente
sesión de trabajo que de ser una anécdota más paso a ser una experiencia de
confrontación.
Si antes, sólo había trabajado con mis compañeros de
escuela, jóvenes adultos que a su vez eran compañeros de equipo en la lucha
olímpica, ahora el trabajar con uno de mis entrenadores, quien en su formación
académica y experiencia ya como luchador profesional me aportaba un reto
personal, dada su personalidad cínica y como figura de autoridad.
Proveyó una experiencia surrealista, al decidir el lugar de
las imágenes, en su propio hogar aunado al hecho de que ya estando en su
domicilio decidió “en ese momento” solicitara yo el permiso de su conyugue
porque... "había que pedirle permiso a ella", a una mujer con un
bagaje de educación limitado, machista y su lectura de estás imágenes partía desde la
homofobia, que argumentó en su negativa a realizarlas en comentarios despectivos y
ofensivos, ante el divertimento del casi modelo.
No se llevo a cabo la realización de esas imágenes, pero se
dio un segundo proceso de negociación que duro meses. Todo concluyó con un
resarcimiento de mi parte, en una sesión de trabajo -por demás- incomoda y
molesta para ambos.
La experiencia sirvió para saber que de ahí en adelante
debía hacer un profundo replanteamiento como autor, donde el contenido tendría
siempre un mayor interés desde mis propios análisis, más que la forma o un
carácter técnico académico; comencé entonces a dar prioridad a los argumentos
emocionales... como si se hubiese abierto la caja de pandora.
Los primeros bocetos y planificación de las siguientes
sesiones se hicieron previos al momento de convocar a alguien, haciendo
factible un proceso creativo más estructurado. Con esto terminó la figura
retorica de el modelo y se transformó en la del ejecutante de cada proyecto.
Pre Ecce Homo, 1993
Este fue un amigo del bachillerato, compañero del equipo de lucha Olímpica, deporte en el que nos destacamos en ese entonces. Él se sentía muy seguro de su masculinidad -aparentemente-, deseaba vehementemente quedase siempre clara su virilidad; su comportamiento era extremadamente violento y competitivo. En cada varón venia a un adversario e intentaba someterlo siempre por la fuerza, como si fuese un macho alfa.
El día que hice esta imagen fue justo después de un entrenamiento, después de asearse; traía yo una cámara automática con un lente angular de 28 mm, le pedí poder hacerle un retrato a lo cual por la cercanía él supuso que era solo al rostro y accedió.
A los pocos días revelé y amplié una fotografía, en un muy pequeño formato y se la entregué; al principio se molestó por el resultado, pues se exhibía completamente, pero del enojo, pasó a la admiración y después a un estado de ánimo que me pareció incomprensible en ese tiempo. Como por arte de magia dejó de golpearnos y operó en su persona un cambio drástico en su forma de comportarse, la razón: golpeaba a todo aquel que inconscientemente consideraba tenía el pene más grande que el suyo, pero al poder evidenciar a partir de esa fotografía que no era tal, sino uno más en el promedio, ello lo relajó y así hasta donde recuerdo, en aquel entonces.
Desde entonces descubrí que el concepto de masculinidad era algo más complejo o demasiado primigenio de lo que yo mismo imaginaba, a partir de ello se inicio el tratar de entender cómo funcionaban en muchos hombres estos mecanismos aprendidos inconscientemente.
De ahí hasta entonces la reflexión.
El día que hice esta imagen fue justo después de un entrenamiento, después de asearse; traía yo una cámara automática con un lente angular de 28 mm, le pedí poder hacerle un retrato a lo cual por la cercanía él supuso que era solo al rostro y accedió.
A los pocos días revelé y amplié una fotografía, en un muy pequeño formato y se la entregué; al principio se molestó por el resultado, pues se exhibía completamente, pero del enojo, pasó a la admiración y después a un estado de ánimo que me pareció incomprensible en ese tiempo. Como por arte de magia dejó de golpearnos y operó en su persona un cambio drástico en su forma de comportarse, la razón: golpeaba a todo aquel que inconscientemente consideraba tenía el pene más grande que el suyo, pero al poder evidenciar a partir de esa fotografía que no era tal, sino uno más en el promedio, ello lo relajó y así hasta donde recuerdo, en aquel entonces.
Desde entonces descubrí que el concepto de masculinidad era algo más complejo o demasiado primigenio de lo que yo mismo imaginaba, a partir de ello se inicio el tratar de entender cómo funcionaban en muchos hombres estos mecanismos aprendidos inconscientemente.
Inscripción TAFLP y 1er concurso, 1993
Mi primer acercamiento a la fotografía fue en la elección de
una materia obligatoria “de artes” como parte del programa de estudios de 5to
en la Escuela Nacional Preparatoria en la UNAM. Donde antes ya había elegido
pintura; en ese entonces se esperaba que un alumno tuviera el interés de sólo
fotografiar flores, paisajes o indigentes en la calle.
Participé en mi primera exposición colectiva para aprobar aquella
materia obligatoria, pero con un desnudo masculino, resultado de una
disertación acalorada con mi profesor, quien aseguraba que el gran tema del
desnudo sólo era privativo de la belleza de un cuerpo femenino, yo por mi parte
me parecía que el tema desnudo era uno sin género. Apoye mi argumento al
realizar esta primer imagen, la cual fue un formato también no convencional, la
fotografía en blanco y negro virada al hierro, por ello su tono cian, luego
recortado el cuerpo y montada sobre una cartulina blanca.
Gracias a César, a quién sólo había conocido dos semanas
antes al inscribirse al equipo de lucha olímpica, en donde yo ya era parte del
equipo representativo de la escuela. Para ambos fue una confrontación de
valores y prejuicios, pues el cuerpo masculino y desnudo no era un referente en
nuestra educación.
Además de la experiencia, que fue una intensa y constante
reflexión interna que duró meses, fue como empecé a experimentar con mi propio
cuerpo los efectos de la luz, posteriormente de nuevo gracias a César, él,
guiado por su carácter audaz y entusiasmado por la experiencia fotográfica
abordó y convenció a la que sería mi primer modelo femenina y la segunda
persona a la que hube fotografiado. Dando inicio a un génesis y una primer
historia de vida en un simbólico Adán y Eva.
El resultado de esas experiencias me motivó a inscribirme en
la recién instituida carrera técnica que ofrecía la UNAM en la Escuela Nacional
Preparatoria Nº2: Técnico Auxiliar Fotógrafo Laboratorista y Prensa (TAFLP)
donde afortunadamente tampoco tuve un desarrollo convencional, fue una primer
generación en la que se experimento un plan de estudios ofrecido por José Antonio
Espinosa López, el cual no prejuzgaba o encasillaba a la fotografía, pues dado
el nuevo contexto de la fotografía en ese entonces sólo se concebía desde la
perspectiva del fotoperiodismo “puro” o su contraparte, la escuela de la
fotografía construida.
Desde entonces el desnudo y específicamente el desnudo
masculino, lo establecí en mi visión, como parte de un proyecto a largo plazo,
desde entonces procuré la constante experimentación en los materiales
fotográficos. En un inicio más guiado por la forma y la necesidad de
identificar y trasponer mis propios prejuicios y mi contexto social circundante;
pues hasta antes de tomar esta decisión mi pensamiento y energías estaban
orientadas a las ciencias.
Hacia 1993, por mi educación previa se me dificultaban entender
lo que era un proceso creativo, pues estos conocimientos culturales y sociales
habían sido para mi un tema tabú en todos los sentidos.
Al final del año escolar se presentó ante mí un problema.
Continuar con el plan de estudiar medicina o hacer de la fotografía artística
un modo de vida.
Decidí, finalmente ponerlo a la suerte a partir del VI
Concurso Inter preparatoriano, del cual estaba obligado a participar. Si
ganaba, y si sólo si, era merecedor de un primer premio tomaría desarrollar una
preparación como autor, sino ocurriera lo anterior continuaría el proceso
escolar hacia la medicina.
Resultado: Primer lugar tema libre -desnudo-; segundo lugar retrato –autorretrato-.
23 de abril de 1993.
Sé cuando inició, cuando termine... no lo sé.
homo faber, homo ludens
Hombre que fabrica, hombre que juega a través de lo que crea y recrea.
La imagen bidimensional (estática o móvil), aunada a la tridimensional confluyen en un universo paralelo. Los conceptos toman forma de igual manera que lo surgido de lo onírico. Ambos se materializan.
Pero —además del orbe personal— existe el otro, el que ha sido conformado por las experiencias, pensamientos y hechos de los demás, de aquellos, se documenta y se interrelaciona para nombrar a las cosas... sus acciones.
El cuerpo humano es un medio o un mensajero; a partir de este se construye. La desnudez absoluta y/o acompañados de sus nuevas vestiduras juegan con conceptos preestablecidos para ser compartidos con un tercero, aquel cuya identidad casi nunca se conoce y sin embargo es el testigo perenne de todo cambio, movimiento, de toda presencia; así pues, existe ahora un espectador del trabajo de ambos: del ejecutante o forjador y del que recrea o documenta.
Idolopeya, Psicosidades, Ecce homo
Son nombres de proyectos de vida: muerte, psicosis y masculinidad, cada cual se presenta así mismo y se interrelaciona con algún otro o con todos a las vez, resultando en desarrollos particulares y de cada uno de estos se da cuenta.
Cuerpos, objetos, situaciones y varios cíclopes.
De aquí en adelante... todo lo que venga.
- Ulises Velázquez
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